El Prescindente argentino Almuerto Fernández estuvo en las últimas horas en la Representa Hidroeléctrica Yacyreta, enclavada en la provincia de Corrientes del lado Argentino. Llegó en visita de médico solo para conocer algunos detalles de la prolongación de la obra binacional.

Fernández llegó a la zona limítrofe con Corrientes en una controvertida visita en la que no ha incluido entre sus invitados a ningún miembro del Gobierno de la provincia ni del Municipio de Ituzaingó donde se encuentra la represa de Yacyretá.

El presidente sí ha llevado en su recorrido a legisladores nacionales y provinciales que responde a su propia fuerza política el Frente de Todos.

El enojo del presidente de cristina kirchner con el gobernador de Corrientes es evidente y responde seguramente al posicionamiento político opuesto del mandatario correntino.

De este lado de la provincia, el llanto por “no ser considerado” llegó hasta los medios porteños que escucharon el rezongo del gobernador.

La provincia que según la última encuesta del INDEC, poco fiable, tendría un millón doscientos mil habitantes, pero no deja de representar un escaso 1 o 2% en el padrón electoral. La incidencia a la hora de las elecciones es nada.

Una provincia con matriz estado dependiente cuyos ingresos en un 90% provienen del estado nacional, que a su vez recibe aportes de las provincias mayormente productivas lo cual Corrientes está excenta, porque salvo excepciones casi no tiene grandes industrias que no dependan del estado.

Corrientes nació condenada al conservadurismo que prefirió engrosar el estado elefante mediante el empleo público y nunca pudo dar un paso firme y constante en el sentido contrario.

Achicar el estado, atraer, radicar y oxigenar a grandes industrias y garantizar así cierta independencia del humor presidencial.

Hoy todavía insistimos en llorar y casi mendigar recursos, que si bien pertenecen al ciudadano correntino que agobiado paga impuestos, el tiempo y las formas ya están agotados en tanto y en cuanto no entendamos que es necesario dar una vuelta de rosca brusca para dejar de estar sometidos.

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