Un conflicto que no tiene visos de solución inmediata aparece en el horizonte con salpicar y manchar ya no solo al monopolio ERSA y dirigentes promiscuos de la UTA, que se alzaron con el repudio de la población, sino que puede alcanzar ribetes de proporciones políticas, al extenderse a la responsabilidad de la Municipalidad de Corrientes y el mismo gobierno provincial, que se han mantendio casi al margen del foco del conflicto: choferes vs. ERSA.

El hartazgo de la población creció pero no contra los choferes, que siguen manteniendo el apoyo popular por su aguante, sino contra las autoridades que no intervienen directamente en el conflcto.

Desde ECO no parecen querer soltarle la mano aún a Rubén Suárez, ni tampoco lidiar desde el municipio con una nuevo llamado a licitación, luego de que se le otorgara el año pasado 10 años más en la ciudad.

La vuelta de tuerca que significa un paro que desde la ley consideran ilegal, pero que en la practica es un conlficto social que esconde reclamos de vieja data desatendidos, puede eclosionar en un fin de año explosivo, que extiende el malhumor social a otros sectores, tales como el comercio y los empleados públicos, que de golpe y porrazo ven licuados sus previsiones presupuestarias familiares antes de fin de mes.

Sin dudas que esta situación derivará en una escalada que pedirá más aumentos salariales a los otros sectores, entre otros reclamos sucedáneos al conflicto de los colectiveros.

Una mecha encendida que desde la Municipalidad y el Gobierno no alcanzan a vislumbrar todavía, confiados de que el monopolio soloucionará su conflicto en forma interna. 

La bomba de la carpa del aguante colectivero amenaza no solo con implosionar hacia adentro de ERSA, sino con que la fuerza expansiva alcance también el perfil de la política, y a los políticos en el poder.

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