El “empresario” Carlos Irigoyen, con matrícula de abogado suspendida por el Superior Tribunal de Justicia, decidió implementar el cobro por el uso de playa de estacionamiento a los clientes que asistan al comercio.
Una medida insólita que choca de frente con la razón de servicio como función primera de todo comercio que se dedica a la provisión de necesidades básicas en la población. Un hecho que muestra de cuerpo entero la mente chicata de un “comerciante” con pocas luces y sin ingenio, si es que con esa medida pretende cubrir los supuestos desfasajes económicos de una época.
Un jodido que no se calma con remarcar al instante, mantener una lista de precios superior por encima del promedio, doblegar a sus empleados en la indignidad de salarios mediocres y CON VALETS en porcentajes mayores a lo que regula el mercado.
Irigoyen, de frondoso prontuario, escudado en las “Federaciones” que regulan su actividad da un paso leonino sobre los clientes que están obligados ahora a pagar mientras cargan sus baules con mercadería adquiridos en los mismos comercios. Una verguenza permitida solo en la Republiqueta de Corrientes.
Lo único que les faltaba a estos jetones. Voy de seguido a comprar allí a pesar de los precios de mierda que tienen. Obviamente no voy más y espero que muchos más hagan lo mismo.