Los minibasurales vuelven a multiplicarse en la ciudad. Como ocurre seguido, estos son más comunes en los barrios periféricos, donde aún existen espacios sin construir y se evidencia la ausencia del estado En los barrios Doctor Montaña, Esperanza, Fray José de la Quintana, Ponce o Pirayuí, ya es natural encontrar en las esquinas la acumulación de desechos de todo tipo.
Desde la basura domiciliaria que algunos se olvidaron de sacar en el horario de recolección oficial para cada caso, como así también los restos de demoliciones, de plantas y árboles podados por los mismos vecinos.
Lo cierto es que la basura se multiplica en varias esquinas, convirtiendo tal acumulación en minibasurales que se van ampliando en tamaño conforme a la irresponsabilidad de seguir tirando allí los desechos sin respetar horarios ni prohibiciones.
Hasta el año pasado podía verse los contenedores de basura en algunas zonas, sobre avenidas, pero en los últimos tiempo han ido desapareciendo. A tal punto que encontrar algun recipiente receptor de basura en la actualidad se hace casi imposible.
A pocas cuadras del centro también se multiplica la acumulación de residuos. En el barrio Bañado Norte es común encontrar los focos insalubres y en varias de esas esquinas se potencia el mal olor de los desagües con la basura tirada.
Los basureros urbanos son acopios de todo tipo de elementos. Desde restos de alimentos, pasando por colchones, hasta electrodomésticos en desuso, muebles húmedos, ropa vieja, agua en estado de descomposición, y escombros.
Los vecinos se quejan del impresionante olor a descomposición que brota de una capa de sedimentos cloacales al aire libre en el arroyo Poncho Verde, en su desembocadura al río Paraná y el hedor llega al barrio.
Inclusive, la concentración más amplia de estos basureros se da en las inmediaciones del conocido campus Cabral de la Universidad Nacional del Nordeste, más precisamente entre la calle Santiago del Estero y Roca, con sus calles paralelas y perpendiculares.
Además en una de las esquinas, la de Cabral y Gobernador Gallino, a una cuadra del Hospital ex Psiquiátrico, el basurero (que tiene un contenedor) ocupa la mitad de la calle ya que se concentra la basura que dejan los carreros de tracción a sangre.
La basura de los carreros, que en su mayoría son escombros, permanece en cada caso hasta una semana sin ser retirada por la administración comunal. La preocupación de los vecinos también se extiende a sus mascotas, ya que perros, gatos, caballos y gallinas llegan hasta los residuos en busca de alimento.
El intendente en persona reconoció en plena campaña que los basurales son un drama que azota a la Capital desde hace mucho tiempo y es momento de ocuparse. Por ahora. Nada.