Surgieron desde Mercedes hace un par de años como una promesa de oxigeno a la política. Propusieron un “cambio solidario”, pero el fervor pudo más que el pragmatismo. Rápido se enroscaron con la escoria residual del pasado (como el promiscuo martínez llano) y con “chicos nuevos” con viejas contaminaciones (como Camau).

Al final no eran tan puros como se decían ni solidarios como se jactaban. Lejos de impulsar un cambio, se quedaron en la personal y nada les importó el voto popular.

El enemigo en común (le apuntaron siempre a Ricardo Colombi), les hizo perder el razonamiento y en segundos rifaron su mejor capital. Perdieron la credibilidad. La integridad quedó pisoteada y esas “nuevas amistades” que ayudarían a tumbar al gigante, en realidad los empujó al abismo.

Sin dudas se juntaron con la gente equivocada. Les faltó tacto y seriedad en la construcción del poder.

Desde allí todo fue cuesta arriba. Sus cuentas suculentas en los bancos poco ayudaron. Tienen un buen pasar. Dilapidaron recursos y nos les alcanzó. Tanto dormir con chicos, que un día aparecieron meados. Se confundieron y el el camino solo los condujo a la autoflagelación. Quedaron solos.

De un “cambio solidario“, a un “pasado sin gloria”. Inicio vertiginoso, flojos para caminar y rápida caída. Ya no están los Cemborain como dinastía.

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