Tres empleados de una agencia de seguridad privada de esta ciudad fueron detenidos. Están sospechados de formar parte de una organización delictiva, dedicada a robar en casas de familia.
Dos de ellos resultaron sorprendidos cuando querían vender un televisor sustraído a un artista chamamecero. Los presuntos malhechores serían, según una pesquisa encaminada, facilitadores de información para que peligrosos ladrones dieran golpes en viviendas, en la que ellos previamente tuvieron a cargo la instalación de sistemas de alarmas.
En la causa iniciada el domingo 20 de enero, cuando se produjo el saqueo a un domicilio del barrio Molina Punta, habría varios prófugos: el más destacado es un exconvicto. A este se suman al menos dos jóvenes quienes, en sus inicios en el mundo del hampa, se dedicaban a cometer arrebatos, de acuerdo a registro de sus antecedentes.
Información conocida indica que un trabajo coordinado entre efectivos de Investigaciones de la comisaría Decimoséptima, de la Dirección de Investigación Criminal (DIC) y de la Dirección de Investigación de Delitos Complejos (DIDC) arrojó resultados un tanto inesperados.
En medio de la pesquisa por la sustracción de un acordeón, un bandoneón, televisores, un arma de fuego, ropas, una computadora y otros tantos elementos, del inmueble de un integrante del Grupo Confluencia, descubrieron que una de esas TV era ofrecida a la venta vía Internet.
Enterados de la maniobra, los sabuesos en el anonimato fingieron interés de compra. Pactaron un encuentro con el ofertante y pillaron con la mano en la masa a dos guardias de seguridad de una empresa capitalina.
Los delincuentes estaban uniformadas e, incluso, llevaron el aparato electrónico en una camioneta también con la identificación de la firma. “Se trataría de empleados infieles, que hacían estas cosas con desconocimiento de la agencia para la que trabajan”, deslizó una fuente del caso.
El encuentro, o sea la “trampa” a estos supuestos delincuentes, se desenvolvió en avenida Armenia, próximo a la sede de ANSES. Tras demorar a esos dos sujetos llegaron a un tercero, oriundo de San Luis del Palmar.
Todos ellos aparecen, en principio, como sospechosos de conformar una red delictiva. Los vigiladores prestaron declaración bajo la figura conocida como “testigo sospechoso” y quedaron en libertad a la espera de una posterior decisión judicial. Se presume que podrían finalizar imputados. A partir de esta situación se produjo el allanamiento a una casa (“aguantadero”) situada en el barrio San Marcelo. Ese operativo sucedió el miércoles y posibilitó dejar esclarecidos no sólo el robo al chamamecero, sino al menos tres hechos más de los que, hasta entonces, no había novedades.
Hallaron un casco de 30 mil pesos (sustraído a un vecino del barrio Apipé), herramientas, una pileta, celulares, entre otros. Para mayor sorpresa de los detectives, muchos de los elementos secuestradas en ese sitio eran producto de golpes a viviendas de familias, quienes llamativamente habían contratado servicios de instalación de alarmas a la agencia de seguridad para la cual se desempeñan los “sospechosos”.
Una mujer también estuvo demorada a partir del allanamiento de la semana pasada. Sería pareja de Francisco S., un expresidiario (salió hace unos meses en libertad condicional) sobre quien ahora existe un firme pedido de captura.