La justicia investiga al doctor Pablo Molina, secretario del ex juez federal Carlos Soto Dávila, por la supuesta realización de escuchas ilegales a su esposa y una ex pareja de la misma, utilizando la estructura judicial de inteligencia.
"Ciclotímica de mierda, yo tampoco voy a hablar con vos. Me voy a cagar matando hoy, hija de puta"."Me encajaste un chumbo en la cara. ¿Vos sos consciente de lo que provocaste en mí, Pabli?".
La conversación telefónica ocurrió a fines de 2014 y tuvo como protagonistas al por entonces secretario penal del Juzgado Federal de Corrientes, Pablo Molina, y a su esposa.
La extrema violencia de género que se percibe en ese y otros diálogos de la pareja muestra una situación grave. Pero hay más: las charlas fueron escuchadas por la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) por pedido oficial del propio Molina, con el aval de su jefe, el ex juez federal de Corrientes Carlos Soto Dávila.
Tan sencillo como que Molina sospechaba que su esposa lo engañaba y usó su cargo para intervenir judicialmente el teléfono de la mujer y el de un antiguo novio de ella.
La orden judicial para escuchar las conversaciones telefónicas firmaron Carlos Soto Dávila y Pablo Molina.
Tanto Soto Dávila como Molina se encuentran con procesamiento firme por cobrar coimas a traficantes de marihuana de la ciudad de Itatí. La hipótesis del juez federal Sergio Torres es que les pagaban para lograr excarcelaciones o desvinculaciones en procesos por narcotráfico.
Lo que se suma ahora está directamente relacionado con ese marco de impunidad en el que se movían. Pero los detalles de esta nueva denuncia son especialmente escandalosos.
Según descubrieron los fiscales a cargo de la causa Itatí, entre septiembre y octubre de 2014 desde el juzgado de Soto Dávila se ordenó la intervención telefónica de dos líneas de Corrientes, argumentando que se trataba de números relacionados con una investigación "que se realiza por la supuesta infracción a la Ley 23.737 (de Drogas)".
Pero de las conversaciones que recolectó la División Operaciones Especiales Antidrogas de Gendarmería y ejecutó la AFI no se desprendió nada relacionado con el narcotráfico. Los CD s con las charlas quedaron traspapelados en el juzgado y su contenido recién fue advertido en marzo pasado.
Lo que descubrieron fue que Pablo Molina (FOTO), con el aval de Soto Dávila, había ordenado intervenir el teléfono de su esposa y el de un ex novio, todo esto en un contexto de celos y violencia tremendo.
Por eso el 22 de marzo se inició una investigación independiente. Y hace apenas unos días se pidió la indagatoria de Molina y Soto Dávila por los delitos de "abuso de autoridad", "violación de los deberes de funcionario público", "falsedad ideológica" y, en el caso de Molina, también por "amenazas" contra su esposa.
Se sabe que hay charlas almacenadas en al menos 28 discos en manos de la Justicia.
El 15 de marzo, personal del juzgado federal de Corrientes que hacía un relevamiento sobre elementos guardados en la secretaría que había ocupado Pablo Molina encontró 28 discos compactos con conversaciones telefónicas. Poco después se determinó que eran escuchas tomadas entre el 18 de septiembre y el 1 de octubre de 2014.
Supuestamente, al menos en los papeles, pertenecían a una investigación de narcotráfico. Pero la verdad era otra y las grabaciones dejaron al descubierto tanto el abuso de poder de Molina como su conducta violenta.
"Yo no estaba así ni ayer, ni antes de ayer, ni el otro día, a vos no te calentó, a vos no te calentó, a vos no te calienta hoy, a vos te calienta resguardar tu integridad física, esa te calienta. ¿Vos pensás que yo no te puedo cagar a tiros o a trompadas cuando se me canta el orto a mí? (....) Pero si a vos no te entran las balas... ¿Para qué te voy a cagar a trompadas?", le dijo Molina a su pareja en una de las grabaciones descubiertas hace dos meses.
Para no revictimizarla, la fiscalía no llamó a la esposa a declarar como testigo, aunque sí le informó que había sido escuchada por orden de su marido. Al que llamaron a declarar fue al ex novio.
El hombre, que negó cualquier relación sentimental con la mujer -a la que describió como una ex novia de juventud, antigua compañera de estudios-, declaró que él sospechaba que lo escuchaban porque había vivido episodios muy extraños en su casa.
"Yo me daba cuenta de que entraban a mi departamento. Una vez, por ejemplo, encontré una tijera verde que nunca en mi vida compré. No tengo ninguna duda de que había personas que ingresaban a mi domicilio y sospeché que escuchaban mi teléfono, que me seguían", señaló el ex novio el 5 de abril.
Ahora Soto Dávila -que firmó el oficio para hacer las intervenciones telefónicas- y sobre todo Molina deberán dar explicaciones.