Un grupo de mayoría mujeres que usando a sus propios hijos como escudos humano intenta poner en jaque a la policía y a la vida institucional en paz que transita la provincia de Corrientes.
Un puñado de ellas tal vez con verdaderas necesidades de una vivienda, pero encandilados en su ignorancia equivocan el rumbo y la forma del reclamo legítimo. Son acarreados como ganado y presos o rehenes de un imbécil porteño que no sabe de necesidades.
En el medio del tire y afloje la permanente amenaza de quitarle el beneficio social de “cobrar SIN TRABAJAR”. Paradójicamente la cultura del esfuerzo y el sacrificio como base para conseguir metas legítimas, hace tiempo ya fue desterrada.
Son choriplaneros usados por Grabois, un forro de la política que habla de pobreza en su departamento de barrio porteño y sin dudas con la veña de su jefa delincuente está dispuesto a desestabilizar, incluso hasta a su propio gobierno.
La mujeres no tienen hambre, pero les sobra gran cariño a la pereza sedados por sueldos de inmorales que los quieren siempre postergados y aprestos para luchar y seguir siendo pobres.
En definitiva el “negocio que les proponen a estas mujeres la política basura de los k”, les suelta en beneficios de hoy, pero en hambruna eterna.
El kirchnerato ama a los pobres, los reproduce y en la modalidad migaja los convence que ya “están por salir del barro”, aunque la realidad muestra que cada vez los empujan más a ello.
Pobres que obnubilados quedan presos del fanatismo al punto de ubicar a sus propios hijos como escudos humanos, en un reclamo por algo digno pero con forma de delito grave contra la propiedad privada.